Qué decir de la misma cuando día a día nos asaltan noticias que reflejan como las entidades y las autoridades financieras la quiebran respecto a los ciudadanos. Hablo en el artículo del 'culebrón' de Cajamadrid, de actualidad a finales de Enero cuando fue escrito, pero... ¿què podemos decir de los constantes problemas de productos financieros colocados por el Banco de Santander a sus clientes?. De esto último hablaremos el sábado.
¿Qué decir del papel de los organismos supervisores que asisten casi enmudecidos, día tras día, al descubrimiento de un nuevo escándalo?. ¿Dónde ha quedado su función de protección y defensa del ciudadano inversor?
Si todo ello fuera poco, los ciudadanos asistimos perplejos a declaraciones de personas como Alain Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal de USA, que apuestan por la 'nacionalización temporal' de la banca. A las de Dominique Strauss-Khan, Director General del FMI, que habla de 'dinamitar los paraisos fiscales'. A la actitud de especuladores como Warren Bufett, modelo para muchos, que se ha pasado a las inversiones de renta fija. A los propósitos de altos cargos y ejecutivos, que tienen 'contratos blindados' por decenas de millones de euros, que hablan de abaratar el coste del despido...
Estamos en tiempos de Carnaval y debemos estar asistiendo a un 'Baile de Máscaras'... aunque el mejor disfraz no tape las vergüenzas desnudas de muchos de los participantes...
A PROPÓSITO DE LA CONFIANZA
Confianza. Estoy seguro, respetado lector, que ha leído o escuchado esta palabra, repetitivamente, en cualquier tertulia o artículo que hable de la crisis financiera que estamos viviendo. Más precisamente la habrá usted leído o escuchado acompañada de “falta de…” o “necesidad de recuperar la…”, o por la palabra opuesta, “desconfianza”, términos que se utilizan ya sea para designarla como uno de los ingredientes del origen de la crisis, para explicar el empeoramiento, o para justificar el por qué el período de recuperación va a ser más largo que lo que en un principio se preveía. No les falta razón a todos aquellos que afirman que la confianza es un ingrediente fundamental para que un sistema, cuyo actor principal es el ser humano, funcione, pero ¿Qué se está haciendo para que se recupere la confianza en el sistema financiero?
VAYAMOS POR PARTES
Según la última edición del diccionario la Real Academia de la Lengua confianza viene del verbo confiar, y de este verbo la RAE da las siguientes acepciones: “Encargar o poner al cuidado de alguien algún negocio u otra cosa”. “Depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa”. “Dar esperanza a alguien de que conseguirá lo que desea”. “Esperar con firmeza y seguridad”.
Cualquiera de estas acepciones justifica, ampliamente, que la confianza en el sistema financiero haya desaparecido, pero no solo al nivel de los ciudadanos “de a pie”, sino también a nivel de las entidades financieras, de los organismo de supervisión…y de los gobiernos. Me voy a centrar en los ciudadanos, llamados también consumidores en el modelo económico vigente, porque el consumo parece ser el faro de la recuperación y sería pues el primer colectivo que debería recuperar la confianza. Tomando a la letra las acepciones de la RAE debemos concluir que los ciudadanos han encargado a las entidades financieras, desde hace mucho tiempo, que les cuiden sus haberes, y han depositado en ellas, en la mayoría de los casos de buena fe, su hacienda y sus secretos…también lo han hecho con los gobernantes…con la esperanza de conseguir lo que deseaban. Lo que los ciudadanos esperaban era lógicamente una firmeza y una seguridad por parte de las entidades y organismos en los que han confiado, y el resultado lo conocemos todos…
EJEMPLOS CONCRETOS
Si analizamos el último escándalo financiero, que abordamos en detalle en el número anterior de Economía3, llegamos fácilmente a la conclusión de que todo el entramado del señor Madoff estaba basado en la confianza. Así lo han confesado decenas de entidades financieras y centenas de asesores, sin pararse en reflexionar sobre dicha confesión, y digo esto porque si la confianza era el único parámetro que les había llevado a seleccionar los productos financieros que proponía el señor Madoff las comisiones que cobraban me parecen muy exageradas, simplemente porque el ejercicio de selección lo podía haber hecho cualquiera…Pero bueno, centrémonos en la confianza de los consumidores financieros. ¿Podemos concluir que esta estafa, que no es la primera que se produce, genera una enorme desconfianza en la asesoría financiera?.
Analicemos ahora la actitud de los gobiernos. El primero en reconocer que la crisis necesitaba una multimillonaria ayuda, proveniente de dinero público, fue el gobierno de Estados Unidos. Todos recordamos la cifra astronómica de 700.000 millones de dólares que se “pusieron encima de la mesa” para reconocer pocas semanas después que no era suficiente. Tan insuficiente era que más tarde tuvieron que aportar más para hacer frente a las dificultades del sector automovilístico, y el nuevo presidente electo, del que se esperan milagros, ha anunciado la necesidad de más centenas de miles de millones. Pero no es necesario cruzar el Atlántico para hablar de ayudas gubernamentales a las entidades financieras. Inglaterra, que se presenta en Europa por muchos expertos como la primera que atacó el problema como se debía, es decir “nacionalizando” prácticamente a la banca, palió la deficiente gestión de los bancos con una ayuda de 110.000 millones de euros, y en el momento en el que se escriben estas líneas el primer ministro Braun acaba de anunciar una ayuda suplementaria de 100.000 millones de euros, convirtiendo al gobierno inglés en el accionista mayoritario de Bank of Scotland y de LLoyds. Y si bajamos desde la rubia Albión hasta el Mediterráneo nos encontramos con nuestra piel de toro, España, para cuyos habitantes Antonio Machado* escribió : “Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza. Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón". La característica de la sangre española no es el frió, pero tenemos que reconocer que se puede uno quedar helado cuando compara lo que nuestro gobierno nos decía en octubre del 2008 a lo que el vicepresidente y ministro de Economía ha declarado el viernes 16 de enero, y lo que la Unión Europea ha vaticinado para España el 19 de enero. Si se me permite la comparación es algo así como si se nos hubiese dicho que íbamos a tener el clima de Ecuador y, de golpe y porrazo nos aseguran que podemos elegir entre el Polo Norte o el Polo Sur.
Pido que volvamos a leer lo anteriormente descrito, que son hechos, no elucubraciones. ¿Podemos en este contexto pensar que es normal que se haya perdido la confianza?. ¿Podemos concluir que los gobiernos tienen una gran responsabilidad en la desconfianza que se ha generado?. Vamos a añadir algo más. ¿Ha seguido usted el culebrón de la Caja de Ahorros de Madrid?. ¿Qué intereses se defienden? ¿Los de los impositores que han depositado su confianza en esta entidad para que gestione sus ahorros lo mejor posible?. ¡Ni hablar!, lo más importante para los políticos que determinan el futuro de esta entidad financiera es dominarla, por encima de todo y de todos, y que los ciudadanos que confían en ella aguanten el chaparrón. ¿Sería normal que los clientes sufridores de Caja Madrid perdieran la confianza?
¿HAY LUZ AL FINAL DEL TÚNEL?
Me voy a parar aquí, aunque haya muchos más ejemplos concretos que justifican la pérdida de confianza por parte de los ciudadanos consumidores que son, en mayoría, las víctimas de este desaguisado financiero, de esta clara demostración de la desorientación que caracteriza a las entidades financieras y a los gobiernos. Claro que es necesario recuperar la confianza. No es sólo necesario, es primordial. Lo que necesitamos es simplemente una lógica que hasta ahora nadie ha sido capaz de demostrar, y lo que parece difícil es que los mismos que nos han llevado donde estamos sean los que tengan la solución al problema del que son responsables. En particular los servicios financieros deben cambiar drásticamente. Se necesita una catarsis, un escenario totalmente diferente al actual en el que el ciudadano ahorrador-inversor-consumidor tenga el real papel que le pertenece, y para ello lo primero que tenemos que hacer es dotarle de una mínima cultura financiera para que pueda tomar decisiones, para que la necesaria confianza se base en constatar que no le están tomando el pelo. Ni más…ni menos…
(*) P.S.: Aprovecho para recordar que el domingo 22 de Febrero se cumplen 70 años de su muerte en Colliure (Francia)
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